24
Mar 2010
2702: el terremoto en el Ojos del Salado
Aunque el «Ojos» está muchos kilómetros al norte y al interior del área afectada por el terremoto del 27 de febrero pasado, el movimiento sísmico en el Refugio Tejos, a 5.860 metros de altitud, fue la clara demostración de la enorme cantidad de energía liberada ese día, desolando parte importante de nuestro territorio.
Será una fecha inolvidable en mi calendario vital, con recuerdos agridulces.
Fotos: Eliana Chong, Nikolai Zeller
Texto: E. Chong
El Ojos del Salado es un estrato-volcán, con un gran cráter principal (al NO de su cumbre principal) y 38 cráteres secundarios, domos y conos. La última erupción se calcula que ocurrió hace 1000-1500 años, y ha permanecido inactivo por al menos 500 años. En 1993, emitió una columna de gases, acompañada de pequeñas explosiones, por un lapso de tres horas, sin provocar daño.
Con Niko habíamos trazado un plan que abarcaba casi 20 días en la cordillera de la Región de Atacama, y que nos llevaría a este coloso, la mayor altura de Chile y el volcán activo más alto del mundo, con sus 6.893 metros de altitud.
Siguiendo al pie de la letra nuestra carta Gantt, pasamos la primera noche en el Refugio Santa Rosa, uno de los dos sectores del Parque Nacional Nevado de Tres Cruces. En nuestra condición de anfitriones, atendimos a los turistas, recogimos la basura, y por supuesto conversamos largamente sobre el manejo de las áreas protegidas de montaña…
Al día siguiente, en la compañía de Alfredo Amoroso –sí, ese era su apellido-, un chef suizo que andaba de visita por estas latitudes y altitudes, subimos el Maricunga (4.985 msnm). Concluimos con eso la primera tarea de aclimatación, y emprendimos rumbo a lo que sería el campamento base, la Laguna del Negro Francisco, el segundo sector del Parque Nacional, donde los guardaparques tienen su casa.
Finalizados los porteos y trekkings de rigor –la famosa “aclimatación activa”- el viernes 26 de febrero subimos a dormir al Refugio Tejos. El pronóstico del tiempo indicaba una disminución de la velocidad del viento para el sábado 27, por lo que fijamos ese como el día de cumbre. Acordamos salir a las 4 de la mañana y nos fuimos a dormir.
Pero nos despertó algo más que el reloj.
Si el campo de fumarolas del cráter principal del Ojos nos habla claramente de un volcán activo… ¿sería posible que el sismo que sentimos en Tejos, el 27 de marzo de 2010, a las 3.34 de la mañana mientras desayunábamos, fuera una señal de cambios en su estado interno? ¿Sería en verdad un tremor armónico?
Aunque fue lo primero que supusimos, optamos por no tomar ninguna decisión hasta no tener información. Pensamos que si en efecto se trataba de actividad volcánica, se debería definir un estado de alerta, o algo así. Esto significaba no sólo desistir del ataque a cumbre, ¡sino evacuar rápidamente el área!
Pero Niko regresó muy tranquilo después de hablar por radio al Refugio Atacama, base de la empresa Aventurismo, concesionaria del Ojos del Salado. “Me dijeron que este tipo de temblores locales son bastante frecuentes y que no hay problema para subir”. Creo que no respondí nada, pero no me convencí de la explicación. Los otros cuatro ocupantes del Refugio, socios de un club de montaña de Copiapó, tampoco parecieron alarmarse.
No sé qué cara tendría o si dije algo, pero Niko, leyendo mis señales, me dijo “si estás insegura, no subimos”. Vaya, un movimiento sísmico, en la base de un volcán, no es por nada…en un minuto de esoterismo me autoconvencí de que el Ojos había hablado y nos llamaba. Hipoxia, seguramente. En verdad me autoconvencí de que si los baquianos no estaban preocupados, yo no era nadie para cuestionar la normalidad de la situación. Enonces partimos.
Durante las 9 horas de ascensión, y sobre todo en el último tramo, rogaba por que el temblor no hubiera desplazado peligrosamente los bloques. Rogaba porque no hubiera otro temblor.
Emocionados, Niko y yo nos abrazamos. Me acerqué a la cajita feliz del Banco de Chile, y mi cordada llamó por radio al Refugio Atacama. “Mario, estamos en la cumbre. Dos Conaf y dos de Copiapó”.
Y entonces vino la explicación.
“¡Bajen inmediatamente! Hubo un terremoto 8.8 de Santiago a Valdivia (sic)”.
Al igual que como habíamos subido, a lo Tarzán (sin machards ni arneses de cintas ni nada), destrepamos. En menos de 10 minutos ya nos encontrábamos lejos de la zona cumbrera, de los bloques más grandes.
Me había equivocado, no era un tremor armónico. Era el terremoto más devastador en la historia de nuestro país.
Nunca olvidaré esa fecha.